I.
Definición y génesis histórica
Los
luteranos forman la primera iglesia protestante que emergió,
primero en Alemania, como resultado del movimiento de reforma
iniciado por el monje agustino Martín Lulero. A todos sus
seguidores, y quienes también decidieron separarse de la iglesia
oficial de entonces -la Iglesia Católica Romana- se les llamó,
lógicamente, luteranos.
A todas
luces, Martín Lulero fue el genio y el héroe de esa
trascendenlal y profunda revolución teológica que sacudió los
cimientos de la autoritaria Iglesia Romana, que le asestó un
golpe certero a la autoridad papal, que arremetió contra el
error y tráfico de las indulgencias y que, sobre todo, fue una
estentórea clarinada que despertó la conciencia de millones de
europeos, iluminándola con la auténtica verdad bíblica.
Para ser
justos, no se puede desligar a la persona de Lulero de tan
necesaria como providencial reforma; el impacto de su recia
personalidad le imprimió un sello inequívoco a la Iglesia
Luterana. Para enlender a ésta hay que conocer a aquél.
La
revolución religiosa empezó en Lulero mismo. La otra -la
eclesiástica- fue la repercusión de la suya. Lulero, quien nació
en Eisleben el 10 de noviembre de 1483, hijo de un minero, fue
profesor en la Universidad de Wiltenberg, Alemania, y un fraile
apasionadamenle religioso, muy esludioso, de menle clara y
carácter impeluoso. Dos incidenles fueron los medios de que Dios
se valió para producir en Lutero una Transformación espiritual
profunda y para utilizarlo como el instrumento humano en la
enérgica proclamación de la verdad eterna. Fueron éstos: la bula
del Papa León X, que autorizaba la venta de las indulgencias, y
el descubrimiento que Lutero había hecho por sí mismo de la
verdad cardinal del evangelio y que el apóstol Pablo la expresa
así: "mas el justo por la fe vivirá" (Ro. 1:17).
Si por un
lado la bula papal le provocó indignación y arrojo, por el otro,
la doctrina neotestamentaria de la justificación por la fe, la
solafide, le iluminó la mente y le trajo paz, gozo y seguridad a
su corazón religioso penitente. Esa experiencia, radical y
tajante, convirtió a Lutero en el coloso de la verdad, de la
justicia y de la libertad.
De ahí en
adelante, Lutero fue el luchador, el proclamador, el
investigador, el maestro y guía, el escritor y organizador.
Compareció ante el emperador Carlos V y el representante del
Papa en la Dieta de Worms, y con determinación afirmó: "... no
puedo creer al Papa o al concilio solos; me adhiero a mi
conciencia y a la Palabra de Dios ... no puedo retractarme . . .
Aquí estoy, no puedo más . . . Dios me ayude". El Papa lo
excomulgó, el Elector Federico de Sajonia lo apoyó, e infinidad
de gente lo siguió. La obra de Lutero se consolidó y se
estableció. Lutero, amante de la vida familiar, fundó su propio
hogar; realizó una labor importante como escritor y compositor
de himnos y lanzó al mundo su obra monumental: la traducción de
la Biblia al idioma del pueblo alemán.
Las
iglesias luteranas en la actualidad cuentan con 69 millones de
adherentes en 85 países del mundo. El número de miembros
luteranos en los Estados Unidos hacia el final de 1973 era de 8
millones.
Los grupos
regionales luteranos son conocidos como distritos o sínodos.
Ellos eligen delegados a las convenciones nacionales, y en tal
capacidad actúan como "la iglesia". Los luteranos reconocen que
la autoridad final está en las congregaciones locales, las
cuales, a su vez, transfieren parte de esta autoridad a las
corporaciones mayores.
II. Cuerpo de doctrinas características
Los
luteranos aceptan la Biblia como la Palabra de Dios, y también
los documentos conocidos como el Credo de los Apóstoles, el
Credo Niceno, igual que la Confesión de Ausburgo y los
Catecismos de Lutero; todo lo cual, y seis otras "Confesiones",
están incluidos en el Libro de Concordia. Ellos afirman no tener
doctrinas diferentes de la fe cristiana, según se describen
éstas en el Nuevo Testamento y que se resumen en el Credo de los
Apóstoles.
Respecto
de las ordenanzas del evangelio, o "sacramentos", los luteranos
creen así: "Los sacramentos del bautismo y de la cena del Señor
no son considerados como meros símbolos y monumentos
conmemorativos, sino como canales a través de los cuales Dios
imparte su gracia. Los luteranos creemos que el cuerpo y la
sangre reales de Cristo están presentes en, con, y bajo los
elementos terrenales en la cena del Señor, y que éstos son
recibidos sacramental y sobrenaturalmente. La Iglesia Luterana
cree en el bautismo infantil; las personas bautizadas son
consideradas como si hubieran recibido del Espíritu Santo el don
potencial de la regeneración y son miembros de la iglesia,
aunque la calidad de miembro activo se adquiere después de la
confirmación."
De acuerdo
con la Confesión de Augsburgo, "el bautismo es necesario para la
salvación". En el Pequeño Catecismo de Lutero dice así: "El
bautismo produce el perdón de pecados." Creen que por medio de
la fe en Cristo se empieza una nueva vida, la cual se alimenta y
se fortalece por los dones de Dios que vienen a través de su
Palabra y los sacramentos.
Ellos
piensan que la vida cristiana es una respuesta de agradecimiento
al Padre celestial amoroso, más bien que una obediencia a un
monarca duro. Entre los luteranos, la forma de culto y la
liturgia son muy semejantes a las de la Iglesia Católica, de la
cual Lutero conservó varias cosas. Lutero puso énfasis en la
doctrina del "sacerdocio de los creyentes", entendiendo por esto
<que el cristiano, individualmente, tiene acceso ante Dios y
recibe su gracia salvadora. Lutero rechazó los otros
"sacramentos" de la iglesia Católica, por considerar que Cristo
no los estableció.
Los
luteranos creen en que cada cristiano es "santo" no en el
sentido de que es perfecto, sino en que por la gracia de Dios
progresa hacia la santidad. El pecado es, en esencia,
desobediencia a Dios; es la condición básica de nuestra
personalidad. La única razón de nuestra existencia es hacer la
voluntad de Dios nuestro Creador.
El hombre
necesita ser rescatado y la salvación es un don, un regalo de
Dios. Cuando el hombre quiere ser salvo y cree en Cristo, Dios
viene al hombre y lo salva. Sólo Dios puede salvarnos. A este
respecto, el sacrificio de Cristo en la cruz es suficiente y
completo.
Los
luteranos creen en la doctrina de la Santísima Trinidad; creen
también en el cielo y el infierno, como los lugares y estados
finales de quienes mueren en Cristo y de quienes mueren sin el
perdón de sus pecados.
Los
luteranos no reconocen al Papa de Roma como la cabeza visible de
la iglesia cristiana, ni como el sucesor de Pedro en la
institución del papado. Pero sí muestran un gran respeto a todas
las demás iglesias de la cristiandad. En cuanto al divorcio, a
los medios artificiales de anticoncepción y otras cuestiones de
índole social, dicen que la iglesia no es una sociedad
legisladora, sino una agencia mediante la cual el Espíritu Santo
moldea y dirige las vidas cristianas en su crecimiento hacia la
santidad.
Práctica y
doctrinalmente, creen en la separación de la iglesia y el
Estado, (aunque en Alemania y los países del Norte de Europa
funcionaron como iglesia oficial del Estado) y unánimemente se
han opuesto al nombramiento de embajadores ante el Vaticano. No
obstante, participan activamente en el movimiento ecuménico para
que las diferentes denominaciones del cristianismo histórico se
entiendan, se relacionen y cooperen entre sí.
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