La picota en tonel.
Era una especie de vergüenza pública que se aplicaba sobre todo
a los borrachos. Había dos clases de "picotas en tonel": las que
tenían el fondo cerrado, en las que la víctima se colocaba
dentro, con orines y estiércol o simplemente con agua podrida, y
las abiertas para que las víctimas caminaran por las calles de
la ciudad con ellas a cuestas, lo que les producía un gran dolor
debido a su gran peso. Entre los instrumentos de escarnio
pública también hay que destacar los collares para vagos y
maleantes. Consistían en pesadas "botellas" de madera o piedra,
o gruesas "monedas" de hierro que se colgaban al cuello de los
borrachos las primeras y de mercaderes deshonestos las segundas.
A los cazadores furtivos se les ataban cadenas con los cadáveres
de los animales cazados furtivamente, hasta la putrefacción y
desprendimiento de los mismos (castigo especialmente eficaz en
verano). Los collares rondaban los ocho o nueve kilos, por lo
que su aplicación durante noches y días enteros, provocaba
heridas e infecciones y, en ciertos casos extremos, incluso
gangrena. |