Enrique VIII

La figura de Enrique VIII define una pequeña parte de la Historia de Inglaterra. Hijo de Enrique VII e Isabel de York, accedió al trono tras la muerte de su padre, en 1509, el mismo año que contraía matrimonio con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, dentro de la política matrimonial desarrollada por los monarcas españoles encauzada a aislar al reino de Francia. En esta línea, Enrique participó en la política diseñada por sus suegros al enfrentarse con los franceses en la batalla de Guinegatte, obteniendo una importante victoria para las armas inglesas. Pronto empezó el monarca británico una política ambigua ya que firmó la paz, a instancias de su francófilo secretario el cardenal Wolsey, con Luis XII de Francia, entregándole a su hermana María por esposa. Dicha ambigüedad se manifiesta años más tarde al regresar a la alianza española, firmando con Carlos I el pacto de Gravelinas en 1520. Temeroso del ascenso español tras la batalla de Pavía Enrique decidió aliarse de nuevo con Francia y con el papado, enemigos declarados de los españoles. Una nueva muestra de su ambigüedad se produce en estos momentos en los que se gesta su enfrentamiento con el pontífice. En un primer momento, el papa Clemente VIII le honró con el título de Defensor Fidei por sus escritos contra Lutero, pero las tensiones entre Londres y Roma estallan por asuntos matrimoniales. Tras su matrimonio con Catalina, Enrique no tenía el deseado heredero varón por lo que solicitó, a través del cardenal Wolsey, la nulidad del enlace para contraer matrimonio con Ana Bolena, dama de su corte de la que estaba enamorado. Como es lógico, Carlos V apoyaba con absoluta entereza a su tía Catalina para que no claudicara en sus legítimos derechos. A partir de este momento se inicia un conflicto religioso que acabará con el cisma de la Iglesia de Inglaterra. Enrique acabó su relación con Ana Bolena de manera tajante, acusándola de adulterio por lo que fue condenada a muerte y decapitada. Un nuevo matrimonio con Jane Seymour resultó muy breve ya que la nueva esposa falleció al año siguiente (1537) con motivo de un parto. Viudo el rey volvió a contraer matrimonio con la luterana Ana de Cleves, enlace claramente de talante político. Tras dos años, Enrique repudiaba públicamente a su esposa y se casaba con Catalina Howard, que fue decapitada en 1542. Una última boda de Enrique, la sexta, fue con Catalina Parr, la única de sus esposas que le sobrevivió. Una de las facetas más significativas de Enrique VIII es la príncipe mecenas, amante del arte y defensor de artistas como Hans Holbein. Su cultura e inteligencia no van reñidas con su carácter de monarca duro y tiránico, especialmente en los últimos años de reinado. Curiosamente, esto no resultó un contratiempo para contar con la fidelidad y el cariño de sus súbditos

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